La región de Medio Oriente y Norte de África conocida como MENA, comprende países como Arabia Saudita, Argelia, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Irán, Irak, Marruecos, Israel, Líbano, Túnez, entre otros. Esta región enfrenta importantes desafíos debido al cambio climático, impactando sus sistemas energéticos que ya están luchando por satisfacer las demandas de crecimiento económico, seguridad energética y bienestar social.
Según análisis realizados por científicos del Instituto de Chipre, el Instituto Max Planck, las proyecciones climáticas indican que Oriente Medio y el Norte de África están sujetos a fenómenos meteorológicos extremos. Esta investigación revela que la región está en riesgo de sufrir olas de calor extremas, con temperaturas iguales o superiores a 56ºC, especialmente en la segunda mitad de este siglo. Estos episodios de calor intenso pueden volverse más frecuentes y durar semanas, lo que representa una amenaza para la salud y el bienestar de los humanos y los animales, incluidos aquellos que tienen una mayor tolerancia al calor, como los camellos.
Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE) Agencia Internacional de Energía) en las últimas décadas, la región ha experimentado un aumento de las temperaturas muy por encima del promedio mundial, con un aumento de 0,46 °C por década entre 1980 y 2022, en comparación con el promedio mundial de 0,18 °C. Kuwait registró una temperatura de 53,2 °C, mientras que Omán, los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita registraron más de 50 °C. Además, los patrones de lluvia también han variado dramáticamente, lo que ha resultado en escasez de agua en algunos países de MENA. Mientras que Marruecos y Túnez han enfrentado sequías recientemente, los Emiratos Árabes Unidos, Irán, Arabia Saudita, Qatar, Omán y Yemen sufrieron intensas inundaciones en 2022. En 2021, un ciclón tropical dejó al menos nueve muertos y cientos de miles de personas sin hogar en Omán.
Según las estimaciones de los investigadores, aproximadamente 600 millones de personas, equivalentes a la mitad de la población de Oriente Medio y el Norte de África, se enfrentarían anualmente a las consecuencias de estas condiciones climáticas extremas. Esta exposición constante a eventos de calor intenso tendría impactos significativos en la salud humana, la biodiversidad y la agricultura en la región. Además, existe el potencial de exacerbar los conflictos existentes y aumentar los flujos migratorios a medida que las personas buscan refugio en áreas menos afectadas por condiciones climáticas adversas. Esta situación representa un desafío multifacético y subraya la importancia de tomar medidas urgentes para mitigar los efectos del cambio climático y proteger a las comunidades vulnerables.
Estos eventos climáticos tienen impactos directos en las personas, la economía y los sistemas energéticos. En el caso de Marruecos, por ejemplo, el aumento de las temperaturas ha incrementado la demanda de electricidad para refrigeración, sobrecargando un sistema energético ya sobrecargado. Para hacer frente al aumento de la demanda máxima, el país tuvo que importar electricidad de España a niveles récord en mayo de 2022.
Si bien la región está expandiendo la generación de energía renovable para satisfacer la creciente demanda y los objetivos de reducción de emisiones, los sistemas energéticos también deberán incorporar una mayor resiliencia climática para hacer frente a los impactos climáticos previstos. En este sentido, la AIE colaboró con socios regionales como Egipto, Marruecos y Omán para llevar a cabo la primera evaluación del riesgo climático y la exposición en la región MENA, utilizando modelos climáticos y análisis geográficos.
La escasez de precipitaciones y la creciente frecuencia de las sequías son preocupaciones importantes para el sector energético en los países del sur y este del Mediterráneo. La precipitación en esta región ha disminuido alrededor de 8,3% por década entre 1980 y 2022, y se espera que esta tendencia continúe.
Las consecuencias de estos cambios climáticos plantean desafíos importantes para los sistemas energéticos en la región de Medio Oriente y África del Norte. Además de hacer frente a la creciente demanda de energía y los esfuerzos para reducir las emisiones, será necesario adoptar medidas que aumenten la resiliencia climática de los sistemas energéticos, señala la AIE. Estas medidas pueden incluir inversiones en tecnologías más eficientes y limpias, diversificación de la matriz energética, promoción del uso responsable del agua y adopción de estrategias de adaptación a los impactos climáticos.
Es crucial que los países de MENA trabajen en colaboración, tanto a nivel regional como internacional, para abordar estos desafíos. El desarrollo de políticas y estrategias conjuntas, el intercambio de conocimientos y mejores prácticas, así como la cooperación en proyectos de energía sostenible, serán claves para garantizar la seguridad energética, promover el crecimiento económico y proteger el medio ambiente en la región.
El cambio climático no solo afecta el clima, también tiene profundas implicaciones para los sistemas energéticos. Por lo tanto, es imperativo que se tomen medidas urgentes e integrales para mitigar los impactos y construir sistemas energéticos más resilientes capaces de enfrentar los desafíos presentes y futuros en la región MENA.